Fórmula 1

BMS Scudería Italia: El primer equipo que adoptó la metodología de Haas

Desde MomentoGP queremos repasar la historia de un equipo que décadas atrás entró a la Fórmula 1 con una metodología similar a la de Haas hace 3 años.

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Durante los años ochenta era normal que la parrilla estuviese poblada de equipos, en aquellos días las normativas no eran tan complejas y los costos para montar un equipo de Fórmula 1 no eran tan abultados como en la actualidad. Por lo tanto, numerosos constructores probaban suerte en la categoría reina del motor. Desde MomentoGP, queremos repasar la historia de BMS Scuderia Italia, un equipo que fue de los primeros  en adoptar la misma metodología que recientemente utilizó Haas para entrar en la Fórmula 1.

Todo comenzó allá por 1983, cuando el empresario y piloto, Giuseppe Lucchini junto con otros empresarios, decidió crear su propio equipo de competición, el Brixia Motor Sport (luego bautizado BMS Scudería Italia). Durante sus primeros años de vida, BMS compitió en el Campeonato Italiano de Rallye, y en el WTCC donde utilizó de manera semioficial los Alfa Romeo 75 Turbo hasta que la marca italiana hizo sus maletas en 1987.

A raíz de este acontecimiento, Lucchini decidió dejar de lado el mundial de turismos y concentrarse en un nuevo proyecto. BMS Scudería Italia iba a emprender su camino hacia la Fórmula 1, y el 15 de diciembre del mismo año, se hizo oficial la entrada del equipo de Brescia al Campeonato Mundial de la Fórmula 1 del año 1988.

Sin embargo, la imposibilidad de construir un coche por sus propios medios llevó a la Scuderia Italia a contratar a Dallara para que se encargase de la fabricación, la cual estuvo a cargo del Ingeniero argentino Sergio Rinland. Por lo tanto, el debut del equipo con el nuevo coche motorizado por Ford se dio en el Gran Premio de San Marino de 1988, donde su único piloto Alex Caffi solo pudo clasificarse en vigesimocuarto lugar para luego terminar abandonado el domingo por una falla en la caja de cambios mientras intentaba abrirse paso en la carrera.

Caffi con sus ingenieros. Fuente: Autosport.com .

La temporada del equipo de Brescia prosiguió de manera discreta con dos abandonos consecutivos en Mónaco y México, y un intento fallido de preclasificación en Canadá. No obstante, a partir del GP de EEUU en Detroit, comenzó una buena racha para el equipo con varias carreras, llegando a meta donde se destacó el octavo lugar que Alex Caffi consiguió en dicha cita tras partir desde el fondo y capitalizar los infortunios del resto de los pilotos. Al final de la temporada se fueron con el casillero en blanco puesto, que no pudieron sumar puntos, pero consiguieron redoblar la apuesta y que Caffi fuese séptimo en Portugal, lo que les permitió maquillar en cierta medida la difícil primera temporada.

Para 1989, ya completamente insertados en la categoría, Lucchini decidió añadir un segundo coche al equipo y trajo consigo al experimentado pero irregular Andrea De Cesaris para acompañar a Caffi y darle un salto de calidad al equipo. Las cosas comenzaron a mejorar y el coche diseñado por el ingeniero de Dallara Mario Tolentino, se mostró mucho más competitivo que el modelo del año anterior. Si bien las primeras carreras no fueron tan favorables, en Mónaco llegaron los primeros puntos del equipo de la mano de Caffi, quién se aupó al cuarto lugar en el siempre exigente circuito del Principado. Canadá fue la guinda del pastel, puesto que la lluvia se hizo presente y De Cesaris consiguió sortear las adversidades del clima para acabar en tercer lugar, firmando uno de los mejores resultados de la Scudería Italia en su corta historia. Desafortunadamente, durante el resto de la temporada no pudieron reafirmar esos grandes resultados, pero salvaron la temporada con las ocho unidades que habían conseguido durante la primera parte de la temporada, lo que les permitió clasificarse octavos en el Mundial de Constructores y derrotar a equipos como Brabham, Onyx, y Minardi entre otros.

De Cesaris rumbo al tercer puesto en Montreal 1989. Fuente: Sutton Images.

Si 1989 había sido excelente para la Scudería Italia, el año siguiente significó, en cuanto a resultados, un gran retroceso. El Dallara 190 diseñado por Tolentino, sufría muchos problemas de fiabilidad y esto les pasó factura toda la temporada, donde los únicos resultados para destacar fueron dos décimos puestos cosechados por De Cesaris y Pirro en Hungría e Italia, respectivamente. Además, en el Gran Premio de Francia estuvieron a punto de sumar, pero fueron desclasificados por irregularidades técnicas. Al final de temporada, y tras ser derrotados por equipos como Ligier y Minardi, dejaban de lado los V8 de Ford para montar los V10 a priori más potentes de Judd.

Después del fracaso deportivo del año anterior, la Scudería Italia buscaba resarcirse y para ello habían contratado al finlandés J.J Lehto para que acompañe a Pirro en la nueva campaña. Ahora sin Tolentino y con Nigel Coperthwaite a cargo del diseño los transalpinos buscaban consolidarse en la parte media de la parrilla y evitar codearse con los puestos de retaguardia. Durante los primeros compases de la temporada 1991, el Dallara 191 se mostró competitivo e incluso estaban regularmente peleando por sumar puntos. Prueba de ello fue el podio que Lehto consiguió en la lluvia de San Marino, donde nuevamente el equipo italiano volvió a dar la nota. Sin embargo, la fiabilidad volvió a mermarlos durante el resto de la temporada, y sumado al progreso del resto de los equipos, no pudieron volver a anotar puntos, siendo el resultado más relevante un séptimo lugar en el diluvio del polémico GP de Australia. Tras repetir el octavo puesto en el Mundial de Constructores, para el año siguiente volvían a cambiar motores, utilizando los V12 que Ferrari había empleado en 1991.

J.J Lehto devolvió a la Scudería Italia un podio en 1991. Fuente: Sutton Images.

De todas las temporadas que había disputado hasta el momento, se podría decir que en cuanto a eficiencia y regularidad, la temporada 1992 fue mucho mejor que las anteriores, gracias a la fiabilidad del V12 de Ferrari. Sin embargo, la gran fiabilidad de los equipos de punta que tenían más recursos y avances tecnológicos en sus coches, y la imposibilidad del equipo italiano de afrontar esa situación, lastró a la Scudería Italia que apenas pudo sumar dos unidades gracias a los sextos puestos de Pierluigi Martini en México y Canada. Por lo tanto, a final de temporada eran décimos en el Mundial de Constructores.

A finales de 1992, y tras ciertas fricciones entre Lucchini y la gente de Dallara, la Scudería Italia abandonó al célebre constructor de monoplazas de categorías promocionales, y se unió con Lola para 1993. Sin embargo, el cambio de constructor no les otorgó un salto de calidad y durante la temporada, tanto Luca Badoer como Michele Alboreto padecieron un coche que jamás les ofreció garantías de puntuar, y que, a partir de Canadá, quedó obsoleto frente al resto de la parrilla al no tener ayudas electrónicas. Por lo tanto, a final de temporada, Lucchini daba por finalizada su aventura a los mandos de la Scudería Italia, y se fusionaba con Minardi para evitar la desaparición de ambos equipos.

Tras la Fórmula 1, la Scudería Italia se dedicó a los Turismos y GT tanto en Europa como en Campeonatos Nacionales de Italia hasta su desaparición en el año 2014. A pesar de que en la Fórmula 1 no pudieron lograr mayores éxitos, la gente del equipo de Brescia puede estar orgullosa de todo lo que ha conseguido durante una época donde el acceso a los puntos era muy reducido, y donde pocos equipos pequeños conseguían inmiscuirse entre los puestos de vanguardia.

Fuente: Autosport.com .

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