Midori Kurve

Heartbreak Hotel [Vettel version]

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Si cogiésemos suficiente distancia con las cosas que nos rodean en Fórmula 1, veríamos inmediatamente que ni son blancas ni negras sino todo lo contrario.

Sebastian, quien ha sido mi quebradero de cabeza por las mismas razones imputables ahora mismo a Lewis Hamilton, sin querer se ha convertido en paradigma de lo que supone hacer el chorra en Ferrari y acabar pagando los platos rotos. Y entendedme: no voy a sacar mis credenciales ni enseñar el currículum, pero soy tifoso viejo, al menos lo suficientemente antiguo como afirmar que de éstas, la rossa ha hecho muchas.

Tampoco pretendo engañar a nadie. Vettel no es santo de mi devoción aunque reconozco que este año se lo ha currado de cojones, lo que me ha animado a defenderle, sobre todo durante el primer tercio de la temporada [¡Bienvenido, Sebastian!], porque lo cortés no quita lo valiente y porque me gusta ir a las claras, lo que me supone tener pocos seguidores en redes sociales a cambio de obtener toneladas de cariño por parte de la gente que me conoce o se ha molestado en hacerlo.

He defendido otras muchas veces al de Heppenheim pero no es cuestión de aburriros con enlaces. El alemán era buenísimo en 2008, 2009 y 2010, pero aquel último año entró a formar parte de la cosa industrial de la Fórmula 1 y si algo tengo que reprocharle es que a partir de entonces se lo llegó a creer. El papel que se come a su intérprete en el teatro o cine, y esas cosas.

Sebastian es lo que quieren Red Bull y Bernie que sea a partir de 2011. Todo es bueno para la causa y el negoci, y de ahí a 2014, momento en que abandona la austriaca, el piloto alemán vive entre algodones escuderiles y federativos que lo convierten en una sombra de sí mismo. Aterriza en Ferrari y más de lo mismo: el mesías que se parece a Schumacher y va a hacer olvidar a Montezemolo y su tropa, es un puto producto de mercadotecnia indicada más para bobos que para auténticos aficionados. Y lo malo es que Vettel sigue creyendo entonces que su interpretación es más valiosa que mostrarse tal cual es.

Pero en 2017 la cosa ha cambiado. El tetracampeón cambia de registro. Es voraz pero ahora no necesita la pole como un crío precisa del chupete para dormir. El SF70-H es lo suficientemente bueno como para que él ponga un valor añadido que lo llevará a liderar el Campeonato de Pilotos en verano. En cierto sentido, podemos decir que Vettel entiende pronto que no pisa seguro y tira de todo lo que lleva dentro para subvertir una situación que pinta poco bien. Mercedes AMG presenta sus credenciales  demasiado temprano, Red Bull no es ni la sombra de lo que pronosticaban los entendidos y gurúes en pretemporada, Ferrari va con todo, al límite, y el alemán, que no es manco aunque tenga menos carisma que una coliflor, en consonancia retrocede unos años y nos regala la mejor versión de sí mismo.

Pero llega Azerbaiyán, él que pierde los nervios y habría merecido una bandera negra y una o dos carreras en el banquillo, y Ferrari que cede ciertas ventajas por firmar un aquí paz y allá gloria, y Maranello que la caga estrepitosamente, como viene siendo tradicional.

Y Sebastian, que ya soporta suficiente presión, se ve enfocado a soportar más. Singapur, hoy mismo… Leyendo a los que dicen saber, el alemán está casi a punto de perder el Mundial frente a Lewis, pero no es así. El proyecto de Ferrari a partir de 2015 es el que hace aguas y el que nos ha llevado a este momento tan peculiar. Marchionne, Arrivabene, antes que Vettel, son los responsables de lo que está sucediendo. Los campeonatos, como las pruebas, se leen con antelación o simplemente no se leen.

La Scuderia iniciaba 2017 atacando a Brackley y torpedeando la línea de flotación de Milton Keynes. Vettel ha cometido errores pero para paliarlos o mitigarlos estaba el equipo, la squadra, y lo cierto es que a estas horas todos son goles por el ángulo de la portería para Maranello. Sebastian no es el responsable, por Dios. La italiana no ha hecho los deberes y como tifoso me duele decirlo. El de Heppenheim cargará con los gastos de los platos rotos, pero la cagada corresponde a Sergio Marchionne y su concepto de participar en Fórmula 1.

No bastaba con echar a Montezemolo o poner a un estanquero al frente del equipo. Va para tres años y la cosa sigue funcionando como antes: el engranaje falla y quien se come los marrones es el piloto titular. Esto antes de 1988 no sucedía. Il padrino Enzo tenía las cosas mucho más claras.

No os aburro. Os leo.

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