Fórmula 1

Jules Bianchi, el príncipe de Mónaco

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Jules Bianchi quedará grabado en nuestra memoria como un piloto de los que ya no quedan, de los que entregan todo sin recibir nada a cambio, de los que hacen vibrar a los aficionados que observan la carrera comandada por los mismos de siempre con movimientos espectaculares en las zonas traseras.

A pesar de su desafortunado desenlace, el francés enamoró a todos y cada uno de los que pudieron verle correr, en Grandes Premios como el que tuvo lugar en el principado de Mónaco en el año 2014, cuando a los mandos de un Marussia MR03, monoplaza usado por el conjunto anglo-ruso durante dicha temporada, pudo lograr sus primeros y únicos puntos.

Jules Bianchi a bordo de un Ferrari. Vía: formula1.ferrari.com

El 24 de mayo se celebró la clasificación de la legendaria prueba, en la que Jules sólo obtuvo la 19º plaza, pero por una sanción debida a la sustitución de la caja de cambios, finalmente ocupó la 21º posición, por delante de uno de los mayores rivales en el campeonato de constructores, Caterham, pilotado por Marcus Ericsson.

Se apagaron los semáforos y el piloto de Marussia logró, a través de mágicos adelantamientos como el que hizo en la famosa curva de ‘La Rascasse‘, al japonés Kamui Kobayashi, quien manejaba el otro de los Caterham, una octava posición al final de la carrera, aunque fue relegado a la novena plaza por una penalización de cinco segundos por no realizarla correctamente con el safety car en pista.

Pero dejando atrás esa aislada prueba en la que Marussia consiguió los puntos necesarios para sobrevivir un año más, Jules caló profundamente en los corazones de todo el paddock, al ser un chico humilde, pero con la plena seguridad de que algún día estaría a los mandos de un Ferrari peleando por el campeonato mundial.

Es por todo ello que el nacido en Niza y sobrino-nieto del también expiloto de Fórmula 1, Lucien Bianchi, quien casualmente subió al podio en el Gran Premio de Mónaco de 1968 con Cooper Car Company, fue y será un ejemplo de superación, trabajo y recompensa, pero la injusta suerte le arrebató la vida mientras hacía lo que más quería, conducir un monoplaza.

Jules Bianchi.

‘Su eterna sonrisa nunca caerá en el olvido.’

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