Fórmula 1

Max Verstappen descubre su faceta más humana y sentimental

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El mundo de la Fórmula 1 es un universo plagado de competitividad, profesionalidad y fuerza, lleno de grandes personas que tienen como objetivo, alcanzar el éxito. Desde fuera, un espectador podría pensar que todos aquellos hombres que se ponen a manos del volante de su monoplaza favorito, solo tienen una preocupación en la cabeza: ganar.

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Pero antes que pilotos, estos hombres son personas, con su forma de ser, gustos, carácter y, sobre todo, edad. Y es que muchas veces olvidamos que, en este deporte, hay jóvenes de no más de veinte años que, hasta hace nada, terminaban su etapa escolar.

Este es el caso de la estrella neerlandesa, Max Verstappen, el cual, en una entrevista a la web de la Fórmula 1, confesaba su parte más sentimental y humana.

El joven piloto destacaba sus pasiones además de la Fórmula 1, en especial, su amor por el fútbol y los videojuegos, haciendo especial hincapié en su admiración por Johan Cruyff, jugador holandés y estrella del Fútbol Club Barcelona. Además, el piloto de Red Bull confesaba que siempre lleva consigo su kit de PlayStation para poder jugar al FIFA.

De su faceta más personal, Max hablaba sobre su poca afección por las arañas y tiburones, y su imaginativo sueño de poder ser una mezcla entre Spiderman e Ironman, un superhéroe con la capacidad de volar.

El piloto se define a sí mismo como una persona que ama la comedia, divertida. Sin embargo, como todo ser humano, también posee una faceta que se enfada y se frustra, siendo la última vez que realmente se sintió así, el momento de su sanción en el Gran Premio de Estados Unidos.

Uno de los secretos que descubría Max, es que no recuerda con cariño su etapa escolar, pese a ser uno de los pilotos en parrilla que más reciente tiene esta época. A pesar de guardar bellos recuerdos de su infancia, refiriéndose a ella como un periodo en el que uno podía ser él mismo y despreocuparse de las responsabilidades, su aventura con los estudios no le dejó un buen sabor de boca al concluir.

“Decían que podía hacerlo mucho mejor si me interesaba, pero lo odiaba.”

De entre las cosas que el joven piloto destaca de su carrera, se encuentra el factor de la fama, compartiendo que, a veces, simplemente le gustaría ser una persona normal y que la gente dejara de reconocerlo por la calle.

Por último, Max nos abre su corazón, confesando que extraña a su familia y amigos, pieza trascendental en su vida.

Las palabras del joven neerlandés nos recuerdan, una vez más, que los pilotos también son personas, con esa personalidad propia que los hace convertirse en estrellas cuando pisan el asfalto.

 

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