Fórmula 1

Museo Fernando Alonso: Sueños cumplidos, sueños por cumplir

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Hoy cumplí una de esas experiencias que tenía marcadas en rojo en mi calendario. Con 20 años tan sólo a las espaldas, empiezas a adquirir un poder de decisión que te permite ir al padre de turno y decir: «Oye ya que pasamos por Oviedo, ¿qué tal una paradita por el Museo de Alonso?» A la que esperas una negativa por respuesta teniendo en cuenta que no es muy del asturiano. La gasolina pero, le tiró más, y dio semáforo verde al asunto.

Para un Alonsista que creció viendo la F1 desde los inicios de Fernando en el Gran Circo es parada obligatoria. Parece que los 3 últimos años en Mclaren están apagando esos sentimientos escondidos que experimentábamos cuando Alonso cruzaba la línea de meta en primera posición. 4 GPs de España hace ya de la foto que impera al llegar a la entrada. Bandera en puño izquierdo cerrado y la felicidad bajo el casco.

«Y este es sin lugar a duda, el piloto español que llegará y triunfará en la F1″, proclamaba uno de los videos que presentaba la etapa inicial de Alonso en los volantes de sus Karts. Habría que encontrar a ese visionario que vió el talento innato de ese pequeñin que había quedado cuarto en la carrera. Del Karting a la F3000 y el salto final a la F1.

Una pequeña sala con el Minardi y los dos primeros Renault. El de su primera pole y victoria y el del preludio a su primer Mundial. Un coche, el del 2004, al que acompaña de fondo desde la planta superior unos videos donde se escucha el «Toma, si, toma» tan característico de su primera gran cosecha, y que te pone la nostalgia en su grado más alto del recorrido. Donde piensas, «arriba, arriba viene lo bueno».

Tras un breve camino con audiovisual incluido donde revives salidas como la del GP de España 2011, o la gesta de Valencia 2012 y en el que curiosamente no aparecen imágenes de Mclaren, la mejor fotografía del Museo. Pónganse «Fly» de Ludovico Einaudi, de esas canciones sublimes tocadas con piano que llegan a la fibra más profunda del corazón y que te despiertan esos recuerdos bonitos del pasado. Cierren los ojos y imagínense los dos Mundiales de Fernando. Ahí estaban los dos coches más bonitos que he visto y a mi gusto los que más me han impactado. El R25 y el R26. Dos prodigios que llevaron a Fernando a la cima del mundo.

Foto: Arnau Montserrat

«Fiables y rápidos», los define Alonso. Con plataforma giratoria para que observes cada detalle y acompañados de la Copa que todo piloto quiere acariciar pero que solo unos elegidos se la traen a casa, el Mundial de Pilotos. Cuando eres capaz de levantar la mirada de esas dos maravillas, te das cuenta de lo que es Alonso. De todo lo que vino tras esos dos Mundiales, y todo lo que debería haber llegado pero se quedo en el camino. Te pones al lado del MP24-22 de 2007 y piensas, «Y si no hubiesen hecho el tonto, por decirlo fino, en la escudería de Ron Dennis con su Hamilton protegido, ahí estaba el tercero».

Te vas a la hilera con los 5 coches de la era Ferrari donde el de 2010 y el de 2012 son de parada obligatoria. Con tristeza y rabia miraba ese F10 y me venía a la cabeza la victoria en Bahrein, parecía que iba a ser un camino de rosas. Lejos de la realidad. Esa maldita parada en Abu Dhabi para cubrir la de Webber… o ese F2012 con el que se quedó a 3 puntos de la gloria. Que cerca se vio cuando Vettel trompeó en la primera vuelta en Brasil. Campeón por un rato. Los Ferrari son especiales, notas parte de esa magia que envuelve a los Cavalino Rampante.

Y ya de camino a la salida, con toda esa mezcla de sentimientos te encuentras con el Mclaren-Honda al que me he plantado delante del morro y me he desfogado de todas las cosas que pienso sobre él. Me he quedado a gusto, lo siento. Pero no sólo son coches… trofeos, el volante de su Ferrari, monos, sus cascos están todos, guantes. Inmersión total.

Foto: Arnau Montserrat

Y como dice Fernando en la placa de salida, «Nunca dejes de soñar«, así que espero que la próxima visita sea para ver el coche con el que Fernando ganó su tercer mundial.

PD: Fernando, si lees por casualidad esto, el único pero de la visita es no poder correr el circuito de Karts. Lo ves y se te va el pie al gas.

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