Otra manera de hablar de Alonso

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“No sé cuanto me quedará ni cuanto estaré aquí. He ganado mi mundial, algo que hasta hace pocos meses antes de empezar la temporada era más un sueño porque había gente que parecía más fuerte al principio. Tampoco quiero ser como Michael pero no sé lo que pasará de aquí a 15-20 años. Igual pruebo cosas fuera, quien sabe. La gente ha visto lo que soy capaz de hacer…”

Brasil 2005. Ese chaval era Fernando Alonso. Muy tímido. No alzaba la voz para otra cosa que no fuera para hacerlo en pista. Y de qué manera. Luego de esto vino otra copa. Esta vez luchando con el todopoderoso Schumacher. De tú a tú. El de los 7 títulos. El de Ferrari… Pero lo consiguió. No era tan tímido. Ahí la voz le temblaba cada vez menos cuando alzaba.

Y es que parece que se nos olvida. O a ellos. En este nuevo mundo de criticar lo fácil, de hacerlo porque queda bien eso sumarse, ¿no?

Que bueno, es verdad. Ahora se puede opinar casi sin filtro sobre si las decisiones que ha tomado el astur a lo largo de su vida dentro de los circuitos son acertadas o no; como pueden abrirse miles de debates respecto a su trayectoria dentro de este loco mundo de los coches de colores que siempre habrá un motivo en un lugar cualquiera para dejar que se evalúe. Aquello de discutir entre dimes y diretes sobre su carácter al bajarse del coche…. (eso de si es o no simpático, más o menos, ya saben: el mundo de hoy que hablábamos).

Pero hay algo que sobresale en este momento; lo evidente que no deja de salir una y otra vez. La imagen que sólo se hace ver. Por prensa, redes, fotos, memes o televisión. El desastre, -sin paños al baño María-, que está sacudiendo dentro de Woking, de Sakura, de Japón, de Reino Unido, de Mclaren-Honda. Algo que por más que se quiera, de alguna manera empaña su capacidad de sacrificio o el talento que hace relucir incluso cuando no hay más que humo. Algo que, si todo surgiría de otra manera, todo ese esfuerzo se vería recompensado con logros. Como mínimo. Pero es que no se quiere a un campeón del nivel más alto -recordemos siempre- viéndose pelear a bandazos con un coche por entrar o no entre los 12 primeros como objetivo más positivo en una clasificación del sábado.

Sutton

Y es ahí cuando sale la eterna pregunta. En el taxi. En el metro. En el trabajo. En la comida con los colegas. “¿Qué, el Alonso ná, no? Vaya… con lo que era…”. Para terminar contestando con un escueto “sí, bueno. Ya sabes. El coche. Que no va y…” Y no quieres seguir porque se agarran a la típica pregunta de los años. “Su mala suerte no la querría ni para budú…” Y ahí se acaba. Pero, ¿por qué no se va? ¿por qué si es el mejor no viene el mejor equipo a por él? ¿Cómo salvarle, cómo se salvará? Como ocurrió con Gasol, Nadal…

Y en el fondo desde fuera se entiende. ¿Cómo se fue de Ferrari con lo que está haciendo hoy? ¿Cómo se marchó del equipo que tanto piloto tiene en mente con llegar?

El punto es que se encuentra en un lugar de esos de espiral, donde parece imposible salir sin rendirse o al menos sin tocar todo lo que está tocando. Un año este en los que prometía, otra vez, pero con distinto universo saliendo de un planeta que se hacía cada vez más pequeño. Allí, de rojo. Él quería un nuevo reto, una motivación necesaria que había divagado por los cinco coches rojos que tuvo hasta que se diluyó. Ahora la encontró… pero la fuerza es ahora la que se esconde. Y esto sigue dando muchas vueltas. ¿Qué si se equivocó al salir? Depende. Se piensa que hasta que Ferrari no gane el título y él se encuentre en estas no. Sea cual sea el número. El objetivo no era otro que salir para ser Campeón del Mundo en algún momento… historia diferente a aquella de la que se habla de cosechar mejores resultados que los de Maranello. Es ahí a otro punto al que se llega: tomó un riesgo en un proyecto nuevo. De cero. Él lo comenzó y él quiso comenzarlo. Al principio podía salir todo mal o todo bien. Está saliendo mal… pero había que arriesgar para alcanzar. Y el tiempo cuenta.

Ahí es cuando no es nuevo en lo de pensar que Honda finalmente –porque lo hará, con mil diseños revolucionarios, pero todo apunta a que lo hará-, dará con la tecla. Especialmente para los de la fábrica anglonipona. BelieveInMclaren… para algo más que luchar por lo que se hace hoy. Y quizás este 2017 lo haga. Con un chasis y trabajo de Mclaren definido como de los mejores de la parrilla, mejorándolo constantemente para hacerle entrar en la lucha por un buen motín de puntos. Y lo mismo eso haga y valorice más aún el asunto de las 500millas: algo que suma y lo hace constantemente. Para él, para el equipo, para la Indy, para la propia F1 y sobre todo para el aficionado. Un soplo de aire fresco. Para que llegue lo bueno. Y así un resultado que haga seguir, de otra manera, por pelear dentro de la Fórmula 1 y hacerse con lo que tanto ansía. Y por lo que está aquí, no lo olvidemos.

En definitiva: todo el mundo en ese Gran Circo sabe quién es, lo que es. Todos. Incluso los pocos que lo hacen nombrar para no dejar de juzgar. Aunque eso ya sea hablar de otra manera de equivocarse. Pero lo que no se ve es como ese asturiano con una barba tupida, ojos cansados, pelo alborotado, sigue esbozando una sonrisa de esas que solo instan a que eso de “Lo mejor está por llegar”, (¿les suena?) se pueda cumplir. Como el recuerdo que es como un suspiro, se va, aunque deja el sonido del alma para quien lo quiere escuchar.

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