Fórmula 1

¿Y ahora qué, Charles?

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Qué les voy a decir sobre Charles Leclerc que no les haya dicho ya. No quiero volver a decir que es una joya, ni que es un diamante en bruto, ni que está llamado a dominar la Fórmula 1 en un futuro no muy lejano ya que me llamarían fanático de Charles pero, vaya, así es. Y así lo seguiré diciendo hasta el día en que el monegasco me demuestre lo contrario. Es todo eso y mucho más. Estoy seguro de que alguno de ustedes que está leyendo estas líneas está conmigo, ¿verdad?

Dejando los halagos a un lado, Leclerc es joven -20 años- y, a pesar de su corta edad, ha demostrado en el automovilismo moderno lo que muy pocos han logrado. En 2016 fue campeón de la GP3 en una magnífica temporada. En 2017 salió como campeón de la Fórmula 2 arrasando por todos los circuitos a los que iba. En 2018, con un coche que llevaba 2 años estancado en lo más bajo de la tabla debido a los problemas económicos de la escudería, ha conseguido estar entre los 10 primeros clasificados en 6 ocasiones. Incluso ha llegado a ser 6º en Azerbaiyán. Y a saber qué habría podido conseguir de no haber sido por los fallos mecánicos de su Sauber C37.

Charles Leclerc y Fernando Alonso durante el pasado Gran Premio de Azerbaiyán

En conclusión, una bestialidad. Quizás no destaca tanto como los Hamilton, Vettel y compañía debido a que no lucha por victorias ni campeonatos del mundo -quién sabe si con un Ferrari podría hacerlo- pero en su lucha particular por puntuar y devolver el orgullo y honor de Alfa Romeo-Sauber, es un puntero. Ha superado con creces a su veterano compañero Marcus Ericcson. Ha mantenido a raya a los Toro Rosso y a los Force India. De los Williams ya ni hablemos. Ha sido superior y más consistente que otra promesa del automovilismo como es Stoffel Vandoorne. Y lo más destacable, ha hecho esforzarse al máximo a todo un bicampeón del mundo como es Fernando Alonso para tener que adelantarle. Y se ha llevado sus halagos, a lo que Leclerc le da una importancia suma y le enorgullece como persona y piloto.

Pero, dicho esto, ¿ahora qué? ¿Y ahora qué, Charles? Pues ahora lo que le toca a Leclerc es seguir maravillando a todos con actuaciones propias de un campeón del mundo. Le toca seguir clasificándose entre los 10 primeros cada sábado y regresar el monoplaza al garaje el domingo con un puñado de puntos bajo el brazo. Y a final de temporada ya se encargarán él y su séquito de buscar el mejor destino posible para el joven piloto de la academia de Ferrari.

Charles Leclerc junto a su posible futuro compañero en Ferrari, Sebastian Vettel, por el paddock de Mónaco

Sus posibles destinos son tres: continuar en Alfa Romeo-Sauber, recalar en Haas o ir a Ferrari. La primera, es la más sensata. Ferrari, que es el que tiene la última palabra sobre el futuro del monegasco, puede optar por dejarle una segunda temporada en el equipo italo-suizo y que siga adquiriendo experiencia y madurez o, por el contrario, optar por la segunda opción. Recalar en Haas puede ser un posible destino para Charles ya que el equipo estadounidense actúa como ‘filial’ de Ferrari y puede ser una buena vía de paso en dirección a la Scuderia pero, si en Maranello son atrevidos, pueden elegir la tercera opción. Es un tanto improbable. Hace tiempo parecía prácticamente seguro, pero los últimos acontecimientos y el gran estado de forma de Kimi Raikkonen hacen intuir que el finés continuará como compañero de Sebastian Vettel en 2019. Pero si son atrevidos y deciden subir al joven…que Dios les pille a todos confesados.

Sea como sea, Charles seguirá siendo Leclerc. Y Leclerc seguirá conduencido como sólo Charles sabe. Lleve el coche que lleve. Así que, a disfrutar de él. A disfrutar de sus clasificaciones. A disfrutar de sus salidas. A disfrutar de sus defensas férreas, de sus adelantamientos apurados, de sus trazadas imposibles, de sus parecidos con Fernando. A disfrutar de Charles Leclerc.

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