La buena amistad que mantienen Toto Wolff y Lewis Hamilton estos años en Mercedes se observa a la hora de iniciar las conversaciones para una posible renovación del de Stevenage. Cuatro años en donde la escudería alemana se ha llevado el título para casa. Un coche por encima del resto, apenas momentos tensos, quizá el año pasado con la lucha Rosberg y Hamilton. Lo demás paseos por circuitos y todo bajo control.

Toto sabe de la mentalidad de Lewis, es un «alma libre». No le gusta estar preso en ningún sitio. Búsqueda incansable de nuevos retos, nuevos mundos, donde priman los negocios, la música y la publicidad, en definitiva, diversión. En eso es en lo que el británico se centra en sus ratos libres para cuando abandone el gran circo en un futuro lejano pero que viniendo de Lewis no descarten que esa lejanía se convierta en algo cercano. Tan solo tiene 31 años, joven para ser piloto de F1 actualmente.Otros como Raikkonen, Massa, Button o el propio Fernando Alonso son mayores que él y ahí siguen a los mandos de un Fórmula 1.

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Por tanto, por edad no hay que preocuparse por una posible retirada. La mejor etapa para correr, pensarán algunos. Están en lo cierto. Ha conseguido esa madurez física y mental donde el hambre por la victoria sigue intacta, incluso, me atrevería a decir que ha aumentado aunque con más cabeza que corazón. En zonas de circuitos donde el Hamilton de 18 años se tiraba a «cuchillo» ahora lo piensa dos veces antes de hacerlo. Los focos que se los lleve otro ( Max Verstappen), el inglés quiere los récords (victorias, poles, vueltas rápidas) y más mundiales. Por supuesto que nos deja espectáculo en cada gran premio pero ahora está mas comedido.

Las negociaciones van por buen puerto aunque Wolff pide paciencia. «Podría hacer algo completamente diferente en uno, dos o tres años y soy consciente de eso, pero igualmente sé que cuidará de la estructura y no dirá ‘estaré fuera de aquí mañana’. Las negociaciones ya han empezado y van en buen camino», ha añadido el jefe de Mercedes en declaraciones a ESPN. No todo fue un mundo de luces y felicidad, también hubo nubarrones y tensión.

«Hemos trabajado juntos durante cinco años y somos hermanos. Compartimos los mismos objetivos, queremos ganar tantas carreras  y tantos campeonatos como sea posible y esto nos ha unido. Nos frustramos algo el año pasado debido a la rivalidad entre Nico y Lewis y a los problemas de fiabilidad que había en su coche el año pasado» admite Wolff para la cadena de deportes en latinoamericana. Se acuerda de la batalla con Nico. Un tricampeón del mundo que quería su cuarta corona y un piloto muy bueno con ganas de conseguir su objetivo desde que era niño: el de ser campeón del mundo en F1. Dos gallos en un mismo corral. Esto hizo que saltasen chispas, pero la seriedad y el temple de Wolff hizo que las aguas se calmaran. Finalmente, «el niño de melena rubia» se llevó el título y con el sueño cumplido dijo adiós. 

Con la marcha del alemán llegó Bottas. Un piloto callado, familiar y reservado fuera de la pista, pero que dentro se transforma en uno rápido, cronométrico y valiente. «Reconocimos cada uno nuestras frustraciones y ese es un paso hacia delante en cualquier relación, entender del lugar del que viene el otro. La relación se ha fortalecido y en nuestro viaje conjunto, que ojalá tenga más años, esto tiene valor», finaliza el jefe. Esta temporada Lewis ha sido imbatible. Muy rápido, calculador, milimétrico, fuerte dentro y fuera de la pista. Tranquilos, queda mucho Lewis del que disfrutar en la F1.